
Las comunidades pilagá son los pueblos más antiguos del actual territorio de Formosa, al igual que los qom y los wichí.
Junto con los abipones, mocovíes y qom, vivieron desde el siglo XVI -río Pilcomayo de por medio- frente a lo que hoy es la República del Paraguay.
Se ubican principalmente en el departamento Patiño, en los bañados, y en la costa derecha del río Pilcomayo.
Este río es el eje cardinal de Pilagás y es una seña de identidad de Pilagás.
Según la proximidad o lejanía del agua, se identifican dos grupos: "los Pilagás de Nawagán", más cercanos al río Pilcomayo, y "los Pilagás de los pantanos", en el sistema de pantanos. El río Pilcomayo es también una fuente vital de alimentos, proporcionando pescado y vegetales. Por lo tanto, la pesca es, junto con la recolección de frutos silvestres, la caza y el "meleo", una de las principales actividades de aprovisionamiento.
En la zona húmeda se obtienen "nívaq" o peces de forma genérica y sábalos (Prochilodus Platensis), en particular.
Las comunidades pilagás eran cazadoras-recolectoras y se agrupaban en familias extensas hasta bien entrado el siglo XX. Recorrían el mismo territorio, reconocido por los nombres que daban a los lugares.
Las familias pilagá solían ir al río en invierno y al monte en verano. Los ancianos aún recuerdan las "marchas" estacionales y el abandono y posterior quema de los campamentos: "Antes, los pilagás comían lo que había en el monte. Por ejemplo, las mujeres y los hombres abandonaban sus casas. Nuestra casa no era de ladrillos, era un toldo donde vivíamos. Así que cuando la gente se iba, la quemaban. Le prendían fuego y abandonaban el lugar. Se iban de donde había animales. No había comunidad; cuando llegaban a un lugar, se quedaban 5 o 6 días y se volvían a marchar". (Rogelia, de Qom Pi, 2007).
Actualmente, la población pilagá reside en 21 comunidades de la provincia de Formosa.
Estos asentamientos están organizados como asociaciones civiles con personalidad jurídica y reconocidas por el gobierno provincial. Tienen reconocida la tenencia de la tierra y son asentamientos permanentes. Se ubican, por un lado, en las cercanías del río Pilcomayo y, por otro, en las proximidades de los pueblos que se crearon siguiendo la traza del ferrocarril y la Ruta Nacional Nº 81.
Los desplazamientos dentro de cada comunidad o al monte ("vyak") se realizan para recolectar miel y diversos recursos, pescar y cazar.
El desplazamiento a la zona urbana está relacionado, entre otras cosas, con la búsqueda de empleos temporales, la venta de artesanía, la asistencia sanitaria, los trámites administrativos y el cobro de subvenciones.
Estas comunidades están agrupadas políticamente en la Federación de Comunidades del Pueblo Pilagá.
La Federación fue reconocida en 2012 por el Registro Nacional de Organizaciones de Pueblos Indígenas (RENAPI) del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).
La lengua pilagá ("pitelaGa laqtaq") pertenece a la familia lingüística guaycurú.
En este sentido, la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005 estableció que 89% de la población Pilagá encuestada habla diariamente su lengua, la cual es transmitida en el ámbito doméstico e intergeneracional y, en menor medida, en las escuelas que forman parte de la Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe (EIB).
En 1997, líderes, maestros bilingües, lingüistas y antropólogos acordaron elaborar un sistema ortográfico pilagá que difiere del español y del alfabeto propuesto por los misioneros menonitas para los qom y pilagá.
Estas iniciativas consolidan la escritura y la transmisión de la lengua.
Proceso de tejido
Las mujeres se adentran en grupos en el monte de Formosa para recoger las fibras, cortar las hojas centrales y secarlas al sol después de desmenuzarlas. Por lo general, tienen que adentrarse varios kilómetros en el bosque para conseguir las mejores hojas.
Pueden recoger hasta 100 hojas que llevan a la espalda u otras en la cabeza para volver a casa. Los productos grandes pueden requerir hasta 120 hojas o más.
Una vez convertidas las hojas en cintas o hilos, comienza el diseño de paneras, centros de mesa, portamacetas, cestas de costura, cestas con asas, portacesta, sobres, carteras y cualquier otro objeto cultural que la fibra permita.
Las artesanas combinan dos tejidos básicos: el tejido abierto realizado con la torsión de un haz de fibras; y el tejido cosido, logrado con un haz más ligero unido por una aguja de colchonero con una hebra más verde de la misma fibra.
Sobre ambos procedimientos básicos se observan nuevas búsquedas de formas y detalles: cruces de hojas lisas, trenzados verticales y formas alternas de pespuntes romboidales, entre otros.
Se evidencia así la evolución de una actividad femenina ancestral. La cestería pilagá sorprende al mutar del círculo básico a formas rectangulares, de un cesto carandillo a otro idéntico hecho con botellas de plástico desfibrado, y de una pequeña panera a un capazo de tamaño estándar, macizo y pesado.
Los bienes
Todas son piezas únicas hechas a mano con fibras naturales.
Disponen de una amplia gama de productos, como manteles individuales o individuales, portavasos, monederos, cestas y muchos otros.
Los artesanos pilagá trabajan principalmente con la hoja de carandillo. Sin embargo, también utilizan totora y otras fibras.
El proceso es totalmente manual, desde la recogida de la fibra, la limpieza y el secado hasta el tejido, que se realiza con técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación.
Las mujeres pilagá extraen del bosque las hojas de la palmera carandillo. Suelen adentrarse varios kilómetros en el bosque para conseguir las mejores hojas.
Pueden recoger hasta 100 hojas y llevar algunas a la espalda y otras en la cabeza para volver a casa.
Los productos grandes pueden requerir más de 120 hojas.
Cada una de sus creaciones constituye un registro material de su cultura y cosmovisión.